jueves, 2 de febrero de 2012

Detalles sin importancia

Hace muchos años me enamoré de una chica que me daba una de cal y otra de arena. Yo se las daba siempre de cal, porque cuando me enamoro todo me parece poco, me vuelco y me revuelco en la conquista. Sus detalles de cal me llevaban a la gloria y los de arena eran de arenas movedizas en las que pasaba días hundida. Así, entre cales y arenas iban pasando los meses. Entonces ella se despidió de mí para hacer un largo viaje. Antes de partir me dijo: Hasta aquí hemos llegado, cuando regrese espero que podamos ser buenas amigas, pero nada más que eso, porque no puedo verte como algo más por mucho que lo intento. Me propuse aprovechar aquel mes para deshacerme de mis sentimientos por ella, pero no avancé mucho, solo asumí que ella era un sueño imposible y tiré la toalla de la conquista, aunque no me dio tiempo a dejar de estar enamorada de ella.

Al cabo de un mes regresó y pasó una noche-puente en mi casa antes de llegar a la suya. Venía enferma y pasó la noche tosiendo a mi lado, en mi cama, como amigas. Ya de madrugada me levanté y fui a buscar Hibitane a mi botiquín. No fue un acto de amor ni una estrategia de conquista, ni siquiera compasión. Era un intento desesperado de que dejase de toser para yo poder dormir. Saqué una pastilla del tubo metálico y se la di, la chupó, se le calmó la tos, se durmió y me dormí. Cuando despertamos, tenía a mi lado a una mujer enamorada, de mí. Pero bueno, otras veces también había parecido estarlo y no había sido más que un poco de cal en su montón de arena, así que no le di mayor importancia. Pero pasaron los días y ella seguía siendo una mujer enamorada, de mí, tanto que al poco tiempo, sin arenas de por medio, empezamos a vivir juntas y tuvimos una relación preciosa que duró años. En los primeros meses de aquellos años un día me dijo: Me enamoré de ti por el Hibitane.

Del mismo modo que un detalle sin importancia hizo que se le moviera una fibra sensible a aquella mujer, otras veces un detalle sin importancia puede hacer que se nos caiga el ídolo del pedestal. Así que muchos años después de que aquella historia hubiese terminado me volví a enamorar de otra mujer, que también me daba una de cal y otra de arena, que tampoco podía verme más que como a una amiga con derecho a roce. Sus dosis de arena eran importantes en volumen y frecuencia, pero no conseguían que se me cayese al suelo el sueño de la conquista. Un día, sin embargo, me dio un grano de arena, un solo y minúsculo grano de arena. Yo le había pedido que fuésemos juntas al cine a ver una película que me apetecía ver junto a ella la próxima vez que nos encontrásemos, que sería en pocos días. Ella ni siquiera había oído hablar de la película ni tenía intención de verla, pero me dijo: Iré a verla esta misma noche. ¿No puedes esperar unos días? Me gustaría que la viésemos juntas, le dije yo. No, iré a verla yo sola. Hoy. Y fue. Y la vio. Yo habría podido hacer lo mismo por mi cuenta, pero no lo hice. Cuando días más tarde nos encontramos, me propuso que fuésemos juntas a verla, pero a mí ya no me apetecía verla con ella, quería verla, pero no con ella. Y poco después la vi, pero no con ella. Mi enamoramiento se quedó en agua de borrajas. De él quedó solo el sentimiento frustrante de lo que pudo ser y no fue, porque ya ni siquiera por mi parte era posible que fuera. Ella un día me  dijo que me quería, que se había enamorado de mí pero que dónde estaba mi amor. Le dije: Me desenamoré de ti por una película.

7 comentarios:

Marcela dijo...

qué guapo este relato de vida y qué razón tienes, un detalle marca la diferencia ¿o colma el vaso de la paciencia cuando es para mal y nos despierta cuando es para bien? Siempre pienso, cuando me propongo algo que tengo la posibilidad de encontrar el detalle que me abra las puertas del sueño, hasta ahora he tenido mucha suerte con esos detalles, la verdad.

Sra. Castafiore dijo...

Al final siempre hay un detalle que inclina la balanza, pero lo que decide es la suma de todos ellos

Anónimo dijo...

Con los años, he decidido dejar de enamorarme para sentirme bienamada.

Yur dijo...

Me ha encantado... y me encantan esos pequeños detalles que hacen de un instante una vida.

desde la balconada dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
desde la balconada dijo...

Hay detalles que, aun siendo pequeño su tamaño, portan un gran peso específico; entonces pasan a ser "detalles decisivos".
Gracias por compartir, es todo un detalle por su parte.

Saludines

Anónimo dijo...

No he podido olvidar a un amor desde hace 25 años, aun estando con mi esposo, jamas me lo saque demi mente, menos de mi corazon,fue el mejor hombre que pude haber tenido...!!el fallecio hace dos años, y no me despedi de el, me di cuenta , porque lo soñaba seguido, me di ala tarea para saber de el, y fue muy triste la noticia comi poder olvidarlo???...seguido pienso en alcanzarlo!!!!pero y mi familia? Desesperada!