miércoles, 4 de enero de 2012

Sor Alicia hace senderismo. Segunda parte

Olía a demonios, que no a sirenas. Nos resultaba difícil creer que pudiera reírse en ese estado, con todas aquellas algas en la cara y la cabeza y tiritando de frío, pero es que conozco a pocas personas capaces, como ella, de reírse de sí misma.

La acompañamos a su celda, llenamos de agua caliente una tina gigante, la desnudamos y la metimos a remojo. Tenía los pies llagados, algunos arañazos y profusión de algas y cieno a lo largo y ancho de su piel desnuda.

- ¿Te caíste al lago? -le preguntó sor Hortensia.

- Nunca llegué al lago -le respondió sor Alicia.

Sor Hortensia y yo nos dijimos en una sola mirada que no entendíamos nada y que la íbamos a dejar relajarse y calentarse tranquila hasta que tuviera ganas y fuerzas de contarnos lo que le habría ocurrido. Mientras lavábamos con cuidado su cuerpo dio algunas cabezadas inmersa en el agua caliente. Se dejó lavar, secar, meter en la cama y arropar. Nos dijo gracias y se quedó dormida.


Mi curiosidad de gata a punto estuvo de ganarle a mi paciencia, pero al final venció esta y esperé a que durmiera durante diez horas y nos contase a todas su aventura a la mañana siguiente, mientras desayunaba chocolate con churros en el refectorio.

3 comentarios:

Gutapercha de Jabariego dijo...

y mientras las demás sufrimos de impaciencia ante el desenlace de la historia. Muerdo mis uñas a la espera de lo que aconteció. No nos haga padecer más!

guada dijo...

completamente de acuerdo con guta, te gusta hacernos sufrir eh!!!! jajaja, desenlace yaaaaaa, besos

María dijo...

No me entero de nada.