jueves, 3 de noviembre de 2011

Dormir ligero, soñar pesado

Hace ya mucho tiempo que duermo ligero, es un sueño de esos que te hace despertar a cada rato y que te deja la sensación de que has estado despierta mientras realmente estabas dormida. Sabes que has dormido porque es imposible que hayas estado pensando esa sarta de tonterías que vas recordando en los intermedios, mientras vas al baño o te ajustas las sábanas.

Anteanoche, sin ir más lejos, soñé que sor Amor venía por calles y tiendas junto a mí y a otras personas sin rostro. Cuando me acercaba o le hablaba, se giraba, no quería ni verme ni oírme. Durante todo ese tiempo, sor Amor era muy bajita, estaba fea y despeinada, ni su cuerpo ni sus facciones eran las suyas, pero yo sabía que era ella. Tenía un pellizco en el estómago por su fealdad, fea por ignorarme. Al rato, durante el mismo paseo, sor Amor me acompañaba a una tienda de artesanía en la que yo quería comprar una ensaladera gigante para hacer la receta de ensalada que ella me enseñó. Entonces era tan guapa como es en realidad, pero más alta, muy bien vestida con falda, botas, una blusa azul celeste y un pañuelo de colores alrededor del cuello, y yo era casi feliz, no del todo porque recordaba que un rato antes ella había sido fea y tenía miedo de que volviera a transformarse.

Cuñita de jugosa tarta
Ayer tuve sueño toda la mañana. Durante minutos o segundos me dormí en la biblioteca, me dormí en la sala de lectura, me dormí en el refectorio, me dormí en un banco del claustro. Por la tarde, ya en mi celda, quise irme a la cama y dormir como mandan las diosas. Cinco minutos pude dormir, y en ellos soñé que sor Amor y yo íbamos de nuevo por calles y tiendas, pero esta vez solas. Ella compró algo en un bazar deslavazado, después fue a un estante y cortó una pequeña cuña de tarta que me dio a comer mientras ella iba al servicio. Era exquisita, la mejor tarta que jamás hubiera probado. No podía creer que en un lugar así pudiera encontrarse un manjar tan delicioso, yo no habría reparado en él, solo ella pudo hacerlo y lo había puesto en mi mano con una mirada llena de amor. Mientras ella iba al baño, y apenas le había dado un mordisco al trozo de tarta, el resto se me cayó al suelo y de pronto sentí desesperación. Quise pedirle a la dependienta una cucharilla para comerme la parte que no estaba en contacto con el suelo. Quise limpiarlo todo para que cuando ella saliera del baño no viese que su trozo de tarta se había convertido en una informe masa estrellada.

En ese punto desperté, aún con ganas de seguir comiendo de la tarta que sor Amor me había dado, con tantas ganas que tuve que pedirle a la hermana portera, que no es de clausura, que saliera a comprarme un trozo de tarta como aquel. Le tuve que explicar cómo era, a qué sabía, cuál era su textura... Volvió con uno bastante parecido y me lo comí con deleite. ¡A tu salud, sor Amor!

11 comentarios:

Mármara dijo...

Eso de que se te caiga la tarta de Sor Amor, no sé lo que me parece.
Bueno, en realidad, sí lo sé. Has hecho muy requetebién en enclausatrarte una temporada, hermana. Para paladear ciertos manjares conviene que las papilas gustativas no guarden recuerdos de otros sabores, sobre todo, de aquellos que dejan un regustillo amargo.
Calma, paz, sosiego, meditación y su poquito de oración, aprte del consabido y conveniente ayuno, harán milagros. Ya lo verás.

Siempre suya dijo...

Hay que ver qué buenas entendederas tiene la hermana portera, que con una somera descripción supo recrear la tarta de tan delicioso aspecto.

Y es que hay sabores y texturas que únicamente las hermanas del convento reconocen

Kika Fumero dijo...

Estoy con Mármara: hay "retrogustos" (copiando el italiano) amargos de los que debemos desprendernos para volver a saborear con gusto otros manjares. Creo, Sor Ella, que está usted en el lugar adecuado! :-) Un abrazo

Anónimo dijo...

Hermana en Lesbos... jajajaja
(re)Bienvenida a mi blog y al monasterio blogueril.

María dijo...

Yo tengo ese dormir ligero y soñar muy pesado... ¡pero nunca sueño con dulces! Jooooolín.

Pena Mexicana dijo...

Suscribo palabra por palabra el comentario de Mármara... y te dejo un beso y un abrazo ;)

Marcela dijo...

Cuando Sor Amor se muestra bella y al segundo es fea, cuando tememos que se nos caiga su tarta, cuando sabemos que de un segundo a otro Sor Amor cambia, cuando sentimos una enorme espada de damocles encima de nosotras, cuando disfrutamos de lo bueno con la angustia de la certeza de que lo malo ha de venir...mejor retirarse y si es a un convento de sororidad, mejor que mejor.
Excelente post.

Jirafas en Gerundio dijo...

Como si lo viera, sor Ella, que se nos ha puesto morada a chocolate!!!

Morgana dijo...

la hermana Marcelilla ha explicado requetebién lo que yo también quería decir. Y paseos, hermana, paseos. Pasee y contemple.

Encarni dijo...

El sueño es sabio Sor ella, tiene la virtud de contarte lo que está pasando por esa cabecita que reposa en la almohada. Y creo que tú también lo sabes, por eso descansas.

Pues que descanses con la contemplación y la tranquilidad.

Un abrazo.

Ico dijo...

no crees que está relacionado con el sexo ese sueño, sobre todo el tema de la frustración cuando se cae.. un beso