miércoles, 16 de noviembre de 2011

La confesión de Antonia, la asesina del pascuero

Querida Ella:

Como cada año, a más de un mes de las navidades, los grandes almacenes se empiezan a vestir de luces, se va colocando el alumbrado en las calles principales y los mercadillos enrojecen de pascueros.

De pascueros te quería hablar, Ella, de uno en particular, el que está encima de la lavadora y se bambolea en este momento al son del centrifugado. Vino a casa hoy hace dos años, para el cumpleaños de Lola, envuelto en celofán transparente con estampado de frutas y hortalizas de muchos colores. Se lo mandaba su ex, por la que Lola sentía devoción y creo que la siente todavía. Es lo que yo sospecho, porque se le saltaron las lágrimas cuando vio la planta y leyó la tarjeta que la acompañaba "Felisidades mi amor. Siempre tulla, Maite". La puso encima de la lavadora porque dice que ahí recibe la luz más adecuada y porque el masaje vibrador de las centrifugaciones le produce un efecto beneficioso que activa la circulación de la savia. A mí me pone cara de puag cuando mira el pascuero, lo mismo que cuando oye el nombre de Maite, pero yo sé que finge antipatía, porque lo riega, lo mira, le ha puesto nombre y no le quita las hojitas secas porque no se le seca ninguna hojita, y cuando tiene insomnio y se levanta a tomarse un vaso de leche, habla con la dichosa planta. Lo he visto yo con estos ojos, Ella.  No sé lo que le dice, parece que reza. Yo odio a esa maceta y odio a Lola cuando la mira a escondidas con cara de cordera degollada. El año pasado por estas fechas le puse a Lola la maceta y la maleta en la puerta. Vete con ella. No la quiero. Pues no te vayas con ella, pero vete de aquí. No me voy porque te quiero. Yo a ti no, ni a tu puñetera maceta roja. Tira y afloja con resultado de Lola se queda y su maceta vuelve a la lavadora.

Foto del pascuero Jessica
Querida amiga Ella, el pascuero me tiene frita. Desde que entró por esa puerta es como si el aire estuviera espeso y costara respirarlo o moverse a su través. El puñetero no se muere. Ni siquiera se le caen las hojas como les pasa a todos los pascueros que he tenido el gusto de conocer, lo que sería una buena excusa para echarlo al cubo de la basura. Yo todos los días le echo en la tierra unas gotas de amoniaco o de lejía o de agua fuerte o de Cillit Bang, pero parece que está vacunado contra toda clase de venenos. Claro que podría acabar antes tirándolo pero eso sería declararle la guerra a Lola con los humos que se gasta, y además ese es capaz de volver andando a casa y subirse a la lavadora. Te mando una foto para que veas la salud que tiene el jodido pascuero después de un año de tratamiento.

Me siento una psicópata asesina de pascueros y no sabía a quién contárselo. Guárdame el secreto.

Con cariño,

Antonia

5 comentarios:

cereza dijo...

Pero antonia, ¿qué culpa tiene el pascuero? ¡Anda qué, son ganas de matar al mensajero...!

mam dijo...

Osea que para que un pascuero viva mucho hay que hablarle , hacerle vibrar, odiarlo y envenenarlo???? con razón a mi se me mueren todas las plantas, pero ya tomo nota.

La vida es así jamía no quieres caldo....pues toma dos tazas.

Mil besos

Morgana dijo...

jajajajaj así que ese era el secreto???? Pues ya le vale, ya le vale.

Y tranqui, querida, nadie olvida a nadie a la fuerza sino a base de "jarteras"!!

Besos!

Kika Fumero dijo...

Madre mía, qué pascuero tan cañero!! Ay, querida Antonia, hay que tener paciencia: todo proceso tiene sus tiempos... Un abrazo!

Firmado,

Asociación de Lucha contra el Maltrato a Pascueros

(La palabra de verificación es "loquil": pero bueno, esto qué es?? A que le doy??)

Marcela dijo...

a la mierda con el pascuero, ventana abierta y accidente de la plantita, a lavarse las manos y a cenar con Lola, ea.